Por: Enrique Yescas
Las bondades de la tierra, los privilegios del clima y la fertilidad del suelo sumados a los quehaceres del hombre, convierten a un pedazo de suelo en la milpa que luego dará elotes y maíz.
No hay prisa, es la pauta que marca el tiempo y la estación del año. Hombre ligado a la tierra, muestra íntegra de esa colonización y desarrollo que una vez alcanzó a las cimas de las montañas y ahí, tal cual, en casi perfecta armonía con la Madre Naturaleza permanece en silencio siempre dispuesto a compartir, a dar y a convivir con quienes desde otras partes ascienden a ese paraíso.
Sucede en algunos lugares de Sonora donde tenemos la gran fortuna de apreciar, respetar, admirar y conservar esos valores geoturísticos únicos de los que se aprende siempre mucho más de lo que la moderna civilización nos ofrece día a día.