En muchos espacios que afortunadamente aún se conservan, Sonora cuenta con una biodiversidad única que bien puede considerarse en estado original, sin intervención del hombre. Son muy pocos, dado que si no ha sido el hombre, han sido los animales domésticos y el ganado quienes han interrumpido o modificado los maravillosos espacios naturales. La región de El Pinacate y Gran Desierto de Altar, la Sierra de Los Ajos, algunas otras cumbres poco accesibles de la Sierra Madre y espacios de islas y litoral están clasificados y algunos de ellos monitoreados y cuidados por instituciones como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Pero más allá de los claustros o reservas, hay arroyos, cañadas, riberas de los ríos, presas, lomas y cerros dentro de ranchos y propiedad ejidal llenos de encanto y belleza que se recuperan poco a poco mientras no sean impactados por el hombre con su presencia o alguna actividad que intervenga el medio ambiente como la minería. Por todo ello, y por sobre todas las cosas e intereses, es prioridad que se conozca y comprenda la dimensión de esos recursos en Sonora, toda vez que, tanto en el litoral y en toda su extensión, hasta la sierra, el medio ambiente es tan sensible y delicado como interdependiente, al grado tal que una alteración impacta siempre mucho más espacio que el que los estudiosos y gobierno manifiestan en sus tratados y acuerdos bajo las siglas de MIA. *manifestación de impacto ambiental.