Homenaje al Dr. Samuel Ocaña con motivo del 64 Aniversario de su natalicio

Homenaje al Dr. Samuel Ocaña con motivo del 64 Aniversario de su natalicio

El día 7 de semptiembre de 2025, en los corredores del internado Coronel J. Cruz Gálvez, en Hermosillo, se efectuó un homenaje al Dr. Samuel Ocaña García, quien fuera gobernador de Sonora en el periodo 1979-1985, con motivo del los 94 años de su natalicio.
En la presente publicación entregamos el discurso del Ing. Manuel Puebla, quien fuera su secretario de Fomento Industrial y Comercio.
Otras ponencias dieron relevancia al acto entre ellas la participación de Paulina Ocaña Encinas, nieta del Dr. Samuel Ocaña y actual Jefa de la Oficina del Ejecutivo del Estado de Sonora.

Palabras del ingeniero Manuel Puebla Gutiérrez

Hablar de Samuel Ocaña García, es referirnos a un ser humano excepcional y en esta ocasión para conmemorar su nacimiento, agradecemos profundamente el honor de evocar su gratísima memoria. 

Para nosotros, es también poder reflexionar sobre la huella profunda que dejó grabada en toda la geografía y en la historia de Sonora con el cincel de su ejemplo, con la tenacidad de su esfuerzo y con el espíritu de su generosidad, abriendo el futuro para muchas generaciones de sonorenses.

Su primera labor como gobernador del estado se enfocó en promover la necesaria unidad de la sociedad sonorense, atendiendo las demandas de cada uno de los grupos que reclamaban espacios de justicia y de oportunidades efectivas de crecimiento. 

Recordemos que el escenario político de Sonora en 1978 se caracterizaba por una difícil polarización social, consecuencia de la trágica renuncia del gobernador Carlos Armando Biebrich y la llegada de Don Alejandro Carrillo Marcor, generando posiciones encontradas entre gobierno, las cámaras empresariales, la iglesia y las organizaciones políticas y de participación ciudadana. 

Para posibilitar esa requerida unidad, Ocaña fue capaz de lograr el consenso de intereses de grupos y regiones de sonora, enarbolando la bandera del desarrollo económico y social, al destacar con su gran capacidad de liderazgo, y encaminar los esfuerzos de todos por alcanzar mayores y mejores niveles de bienestar. 

Fue legendaria su enorme habilidad para escuchar. 

Su estetoscopio personal, captaba de manera singular, los latidos de cada uno de los sonorenses que se acercaban con la esperanza de una solución a sus demandas, desde el poder. 

Un poder que tradicionalmente acostumbraba a perderse en la parsimonia y el ruido de los privilegios, de la adulación, de los compadrazgos y el ocultamiento, a través del discurso simulado, de los rezagos sociales que vulneraban a la población más necesitada. 

Ese latir del pueblo, se convertía todos los días en el propio sentir de Samuel Ocaña, y particularmente a las cinco de la mañana, mientras recorría los corredores del palacio de gobierno, rodeado de quien quisiera acceder a él. 

Y cada solicitud de apoyo, recibía la respuesta directa y personal del Gobernador de Sonora. 

Respuestas escritas en tarjetas con su firma dirigidas al funcionario responsable del área correspondiente, no solo para atenderla, sino para ejecutar la instrucción de inmediato como mandato prioritario. 

Ahí nos tocó ser testigos de su enorme capacidad resolutiva, respondiendo a la maestra de escuela que tenía a su hija enferma, al humilde jornalero que pedía revisar el expediente de su hijo encarcelado, a señoras de familia de escasos recursos requiriendo agua potable para sus viviendas, al campesino que había perdido todo su patrimonio arrasado por una avenida del río, a jóvenes solicitando becas escolares o un crédito para su pequeño negocio. 

También pudimos constatar su insistencia en reivindicar a los grupos sociales, ya fueran cooperativistas pesqueros, organizaciones obreras o campesinas. Fueron muchos los proyectos impulsados y financiados para mejorar las condiciones de comercialización de su producción agregando valor mediante su industrialización. 

Fue precisamente durante ese sexenio cuando estas agrupaciones de productores del sector social, en las costas de la entidad y en los valles del Yaqui y del Mayo, se distinguieron a nivel nacional como ejemplos de productividad y prosperidad. 

Aún más, los beneficios de sus programas llegaron hasta los pequeños productores en la sierra sonorense, beneficiados por proyectos hidráulicos que transformaron la región.

¿Cómo no unirnos alrededor de un líder que invitaba a todos los sonorenses sin distinción y manifestaba su apoyo contundente en la tarea de construir un mejor Sonora?

De los servidores públicos, el gobernador Ocaña exigía expresamente pulcritud en su comportamiento. 

Insistía en que todo funcionario era la imagen de la administración pública y tenía la obligación de mostrar un actuar ejemplar en todos los ámbitos. 

Institucional hasta los huesos, ponía esmerado cuidado en el respeto a los símbolos patrios, y se preocupaba por promover ese mismo respeto no solo a sus colaboradores, sino en todo momento y lugar. 

El himno nacional era obligado en cada acto público en su versión completa de varias estrofas, así como los redobles de tambores de guerra honrando al Lábaro Nacional. 

A la Constitución de Sonora le dedicó una sala en palacio de gobierno que, por cierto, antes de ello, albergaba a la oficina del secretario de Fomento Industrial y Comercio. 

Ni qué decir de su especial dedicación por esa monumental obra de cinco volúmenes que por primera vez narró con detalle La Historia Completa de Sonora. 

O de su gran compromiso por editar y reeditar libros que difundían a la luz pública las conciencias de escritores y la imaginación de poetas sonorenses.

O de ese admirable sentido de la ética del servicio público y de civismo institucional que se tradujo además, en instituciones reales para Sonora, y que, gracias a su visión de estado, han sobrevivido por décadas para orgullo de todos los sonorenses, contribuyendo a la investigación científica y social, así como al fortalecimiento de la infraestructura productiva: 

El Colegio de Sonora, los Cesues -hoy la universidad Estatal de Sonora-, el Centro Ecológico, Radio Sonora, el Fondo Para las Actividades Económicas y Productivas del Estado de Sonora, -hoy fideson-, los colegios de educación profesional técnica, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, entre muchas más. 

Mucha verdad dicha por su nieta Paulina en ocasión del 40 Aniversario del Centro Ecológico de Sonora: 

“hay legados que no caben en los libros de historia, hay legados que respiran, que crecen, que tienen alas y raíces”

Muy al inicio de la administración del Dr. Ocaña, en una gira con empresarios sonorenses a Monterrey, se organizaron varias presentaciones con grupos de industriales regiomontanos a fin de promover la inversión en Sonora. 

Para la ocasión y por instrucciones del gobernador, habíamos mandado editar un bonito folleto que mostraba gráficamente los volúmenes de producción agropecuaria, pesquera y minera de la entidad, así como la infraestructura disponible para la localización industrial. 

Siguiendo la costumbre de administraciones anteriores, el folleto llevaba un mensaje de invitación a la inversión del gobernador de Sonora con una fotografía a todo color de Samuel Ocaña. 

El folleto apenas había salido de la imprenta en hermosillo un día antes de iniciar la gira, así que el doctor Ocaña lo revisó mientras volábamos a esa ciudad y nos pidió que quitáramos su fotografía del folleto. 

Después de mil peripecias logramos reimprimir la página aludida en una imprenta que se prestó para ayudarnos durante el transcurso de la noche, previa a la primera de las presentaciones. 

Con esa experiencia, aprendimos la lección:

Samuel Ocaña, la persona, no debiera nunca ser objeto de ensalzamientos o de elogios y mucho menos de culto. 

No se trata del individuo nos decía, sino de su papel como representante de todos los sonorenses. 

En todo momento insistió en quitar su nombre de placas de inauguración o conmemorativas. en lugar de ello debía decir gobierno del estado de sonora.

Como un médico concibe la enfermedad, Samuel Ocaña concebía los problemas que aquejan a la población a partir de un diagnóstico claro, valorando cuidadosamente los síntomas. 

Identificaba las causas y proponía remedios, con el propósito de devolver la fortaleza física y mental al organismo, y promover así, un saludable desarrollo de la comunidad.

Como parte de las acciones del Plan de Desarrollo Económico y Social del Estado de Sonora 1979-1985, en 1981 se propuso la organización de una exposición no convencional, con el fin de influir en la población estatal, la mentalidad de concebir a Sonora como una entidad propicia para el desarrollo industrial.

Ese evento que oficialmente se denominó Sonora 81, perspectivas industriales, en lugar de exhibir lo que había de industria, pretendió presentar 400 proyectos de lo que se podía hacer a partir del aprovechamiento de los significativos volúmenes de producción agropecuaria, minera y pesquera de sonora, cuya calidad era reconocida en todo el país. 

Ocaña personalmente dirigió los lineamientos del evento. el nombre de la exposición y hasta su logotipo, tuvieron su mano. El evento estaba a cargo de la dirección de Fomento Industrial del Estado, donde nos había invitado a colaborar al inicio de su gestión, cuando apenas contábamos con escasos 25 años de edad.

Ocaña incluso, pidió a otros funcionarios de gobierno, ajenos a esa oficina, para que nos apoyaran con el proyecto. 

A manera de anécdota, uno de esos funcionarios, el ingeniero Abelardo Rodríguez, en vías de la creación de Radio Sonora, nos sugirió aprovechar la capacidad de otro joven sonorense, Alfonso Durazo Montaño, entonces laborando como funcionario federal en la oficina de cine, radio y televisión, con doña Margarita López Portillo a la cabeza. 

Al exponerle nuestras pretensiones, de inmediato Alfonso Durazo mostró toda su disposición por contribuir a este proyecto del gobernador Ocaña, y nos pidió que le hiciéramos llegar el material televisivo de promoción para anunciarlo a nivel nacional, utilizando los tiempos oficiales. 

faltos de experiencia y ante la inquietud de no perder esa oportunidad, le enviamos un material que habíamos producido internamente a base de caricaturas invitando al evento, material que durazo con la mejor intención, apresuró a difundir en todos los canales de la televisión mexicana. 

Ese mismo día Abelardo Rodríguez y un servidor recibimos la fuerte reprimenda del gobernador Ocaña por nuestro atrevimiento de exhibir a Sonora con un spot televisivo que no estaba a la altura de una imagen digna para la entidad. 

Amablemente, Alfonso Durazo entendió nuestro embrollo, retirando el anuncio, que semanas después fue sustituido por material producido profesionalmente y a satisfacción del gobernador Ocaña. 

Mi punto, además de aclarar que fue la única regañada de Ocaña que yo tuve, es traer a colación esa valoración especial de orgullo por la marca Sonora, que el doctor manifestó toda su vida, como un compromiso total e incondicional con su tierra.

Samuel Ocaña fue un político con la firme convicción de que los cambios necesarios para mejorar las condiciones de bienestar de los sonorenses no podían depender de las acciones del gobierno de la república. 

Con ese criterio instruyó a los coordinadores responsables de su plan de gobierno, durante la campaña electoral a la gubernatura de Sonora. 

De manera adicional, como constancia de su firme resolución para empoderar a los jóvenes, convocó igualmente, a toda una nueva generación de profesionistas egresados de las universidades y tecnológicos sonorenses, que se dedicaron a delinear los programas sectoriales y los proyectos de gobierno, a partir de una consulta real con todos los grupos sociales y empresariales de las diferentes regiones de la entidad. 

Fueron esos mismos jóvenes, que ya en funciones su gobierno, ocuparon los niveles de dirección o de jefaturas de departamento, para el aterrizaje de todos los proyectos del Plan. 

Así, cuando se iniciaba el sexenio, para la propuesta de crear parques industriales en ocho municipios de Sonora, designados como prioritarios para el desarrollo regional por decreto presidencial, Ocaña nos pidió gestionáramos los recursos financieros necesarios ante nacional financiera, que además, era el fiduciario del Fideicomiso para el Desarrollo de Parques y Conjuntos Industriales, con 16 fraccionamientos construidos en todo el país, aunque con ocupación mínima y más bien víctimas de adquisiciones de tipo especulativo por parte de industriales locales. 

Recibimos una rotunda negativa de Nacional Financiera por respuesta, cuestionando la viabilidad de nuestra propuesta para desarrollar en un solo estado, la mitad de lo que ellos habían llevado a cabo en todo el país. 

Ocaña decidió entonces hacer las inversiones directamente con recursos del erario estatal, sin esperar nada más del gobierno federal. Los terrenos se urbanizaron y los parques creados fueron entregados para su administración a los consejos locales de las cámaras de la industria, con una oficina de promoción coordinada por el Gobierno del Estado. Al concluir el sexenio, todos los parques promovidos por la administración ocañista, estaban prácticamente ocupados en su totalidad, y algunos, como el de San Luis Río Colorado y el de Hermosillo, habían ampliado las áreas desarrolladas varias veces.

Hubo otra ocasión en que pudimos constatar su coraje por no dejarse intimidar contra las negativas del centro del país. 

Cuando estábamos en lo más álgido de la competencia con otras entidades del país, para que la empresa Ford decidiera sobre la mejor localización de su inversión de 500 millones de dólares, considerando finalmente las plazas de Nuevo Laredo, Chihuahua y Hermosillo, el doctor Ocaña recibió la noticia por parte del residente responsable de Pemex, de que las obras del gasoducto de Naco a Hermosillo, se supendían.

Bajo el argumento de una crisis presupuestaria en el gobierno federal, la suspensión del gasoducto, que resultaba crítico para la planta de Ford, significaba dejar a Sonora fuera de las alternativas. 

Sin conceder derrota alguna, el gobernador nos pidió ver la manera de procurar un fondo de inversión, con participación del empresariado sonorense, a fin de garantizar el financiamiento para la conclusión de dichas obras.

Sin embargo,  finalmente  no fue necesario, ya que, una vez que John Betti, en ese entonces el vicepresidente de manufacturas de Ford y de quien dependía la decisión definitiva de la empresa, le comentó al doctor Ocaña, a manera de disculpa, que Hermosillo era la ubicación ideal para el proyecto siempre que pudiera garantizarse el acceso al gas natural, el propio Ocaña le solicitó confirmara lo dicho por escrito, y gracias a ello, pudo él convencer a su vez al presidente De la Madrid, para que las obras se reanudaran por parte de Pemex.

Dueño de un carisma sobresaliente y una astucia innegable, el gobernador ocaña supo utilizarlas como herramientas de negociación política, las más de las veces de manera muy exitosa. 

Adicionalmente, se preocupaba por mantenerse en todo momento cerca de la gente y, además, procuraba la interlocución directa con organizaciones de la sociedad civil, incluyendo las cámaras y líderes empresariales. 

Ese encuentro permanente con los sonorenses, en todos los niveles, le permitía reconocer de primera mano, sin intermediario alguno, la realidad de Sonora, quizás mejor que nadie, y solidarizarse con ella. 

Y esa cercanía era tan transparente, que fuera del teniente coronel Gayosso, su jefe de ayudantes, no había mayor escolta ni barreras de acceso, por más concurrido que fuera un acto público.

Para llevar a la población el mensaje de la necesidad de la industrialización del estado, Ocaña pidió que no nos restringiéramos a las instalaciones de Sonora 81, Perspectivas Industriales, sino que además de llevar a la población escolar de todo el estado, en excursiones dirigidas durante los seis meses posteriores al evento, se hicieron presentaciones audiovisuales ante asociaciones de profesionistas y clubes sociales a lo largo y ancho de la entidad.

Lo mismo sucedió cuando después de la decisión de Ford para establecerse en Hermosillo, nos dió instrucciones para que visitáramos las experiencias de Valencia, España, donde Ford había instalado una planta similar diez años antes. 

Nos pidió también que examináramos los casos de Ramos Arizpe, Coahuila, con la instalación reciente de Chrysler y General Motors, y de Villahermosa, Tabasco, con las fuertes inversiones para la explotación de grandes yacimientos petroleros. 

Todo con el propósito de prever los impactos económicos, y sobre todo de carácter social de la inversión de Ford, considerada en ese momento la mayor de la historia del país para un solo proyecto privado. 

La preocupación de Ocaña era transmitir a la sociedad que no había que temerle al reto del progreso, mostrando las acciones que se planeaban, por parte de su gobierno, para mitigar los posibles efectos negativos de esas otras experiencias, la mayoría de carácter especulativo y como consecuencia de no haber sido atendidos con oportunidad. 

También, con el apoyo de presentaciones audiovisuales, recorrimos planteles educativos, asociaciones y cámaras empresariales por todo el estado, a fin de llevar con claridad este mensaje.

Un cuarto de siglo después de haber concluido su mandato en la gubernatura, fuera de la esfera pública, nos llamó a Guillermo Tapia y un servidor, para que entre los tres desarrolláramos la narrativa del testimonio sobre los eventos y circunstancias que sucedieron durante 1983 para que Ford decidiera establecerse en la capital sonorense. Su preocupación era dejar plasmada la experiencia, los por qué y los cómo de ese proyecto tan significativo para el estado, para el beneficio de las nuevas generaciones. 

Esta narrativa se concretó en un libro que, en el momento de llegar a su versión para editar, nos solicitó que lo excluyéramos de la autoría.

Con todo y nuestros reiterados intentos de convencimiento, lo más que logramos que aceptara, fue la mención, en el prólogo de dicho libro, de su decisión de excluirse deliberadamente, a pesar de haber sido el personaje más importante en la promoción de ese proyecto.  

Esta característica virtuosa que le acompañó toda su vida puede explicarse, quizás, por su acendrada sencillez derivada de sus orígenes serranos o simplemente por una fobia a luces y reflectores. 

Quizás influyó en él, la admiración que mantenía por don Adolfo Ruiz Cortínes, adusto y austero personaje de la política mexicana. pero el caso es que Samuel Ocaña rehuía persistentemente cualquier tipo de homenaje. 

Seguramente estaría hoy reprobando este acto. 

Mas no es nuestra intención colocarlo en un pedestal o convertirlo en personaje heroico de sonora. 

Eso no depende de nosotros, los que compartimos la fortuna y el privilegio de acompañarlo en algún momento de su existencia, la que hoy celebramos con admiración y respeto, reconociendo su definitiva influencia en nuestra propia vida y en la de nuestro querido estado.

Eso, amigas y amigos, dependerá solamente del juicio de la historia. 

La misma historia que en el imaginario del sonorense común, al menos durante las últimas cuatro décadas, sigue considerándolo como el mejor gobernador que haya tenido sonora.

Para finalizar, quisiera solo hacer referencia a una anécdota que lo dibuja a cabalidad y de la que también fuimos testigos directos.

En un desayuno en el hotel Presidente de Reforma en la Ciudad de México, con Luis Cordero, hermano de Paloma Cordero de de la madrid y en ese entonces asesor nuestro en la promoción de varios proyectos con inversionstas brtiánicos, ya como secretario de fomento industrial y comercio de Sonora, se hizo el comentario de que días antes, el gobernador de chihuahua, oscar ornelas, acompañado de prominentes empresarios chihuahuenses, había visitado a los altos funcionarios de ford en detroit con el fin de hacer patente el interés y los apoyos necesarios para el aterrizaje del proyecto de la planta de estampado y ensamblado en esa entidad, precisamente en el periodo previo a la decisión sobre su ubicación. 

Luis Cordero le sugirió al doctor caña la necesidad de hacer algo similar, a lo cual el gobernador no respondió. 

Al retirarse Ocaña a su habitación, Luis Cordero reitera su sugerencia, pidiéndonos insistirle al gobernador de sonora sobre la importancia de visitar detroit. 

En el elevador del hotel, samuel ocaña nos dice: “dile a luis que en sonora puedo ofrecerles lo que ellos necesiten, pero que por favor, no me pida que vaya, yo, a arrodillarme al imperio”.

Samuel Ocaña García se ha quedado entre nosotros como referencia de integridad, honorabilidad, humanismo y humildad manifiesta, mucho más allá del discurso. 

que su vida realmente nos inspire a seguir construyendo una sociedad digna, solidaria, unida y llena de esperanza.  

¡¡muchas gracias!!

Manuel Ignacio Puebla Gutiérrez

7 de septiembre de 2025

Un comentario en «Homenaje al Dr. Samuel Ocaña con motivo del 64 Aniversario de su natalicio»

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